viernes, 11 de mayo de 2012

Travesía 'Campamento Los Conejos'- Omitlán, Parque Nacional El Chico, Hgo. (6 de mayo de 2012) (


Debido a que unas semanas antes la misma travesía terminó con una pérdida masiva de intrépídos excursionistas y su llegada en micros a Omitlán, Daniel decidió regresar para sacarse la espina. Al menos, me queda el consuelo de que, en aquella perdedera, Ylma, Daniel y yo llegamos muy temprano al pueblo y pudimos comer muy sabroso en un restaurante y hasta echarnos una siestita, mientras esperábamos a los demás, que llegaron 5 horas después.

Con estos negros antecedentes, y media hora de retraso, pues Flavio, el chofer del autobús se quedó dormido, iniciamos la caminata en el 'Campamento Los Conejos'.

En esta ocasión casi al inicio, tomamos el camino correcto para rodear la Peña del Cuervo por la derecha, en lugar de subirla como la vez anterior, y seguimos veredas y caminos de terracería rodeados de bosques y rocas espectaculares. A pesar de que Daniel con su mapa y brújula y Gabriel con su GPS intentaron evitar que nos desviáramos hacia Pueblo Nuevo, a fin de cuentas terminamos ahí. Como no era muy tarde, rectificamos y tomamos el camino hacia el Cerro Zumate, que rodeamos, y finalmente llegamos a Omitlán todavía con luz de día, después de una caminata efectiva de unas 7 horas.


Cofrecito del Iztaccíhuatl en travesía. (15 de abril de 2012)

Poco tiempo después de iniciar la caminata, Gastón decidió regresar solo al autobús, cosa por demás extraña y preocupante. Afortunadamente el incidente no pasó a mayores y pudo hacer el recorrido en solitario sin contratiempos, luego de que el quejosito de siempre (Enrique, se llama, o algo así) armara un escándalo y sermoneara a Carlos, que era el guía, por dejar abandonado a un anciano a su suerte (afortunadamente Gastón no lo escuchó, porque lo mata). Es de hacer notar que el quejoso en ningún momento se ofreció a acompañar 'al anciano' abandonado de regreso. Hicimos el recorrido hasta el Cofrecito (4 027 msnm) con un día espléndido, acompañados por el espectáculo del Amacuilécatl nevado a la izquierda y del tremor constante del Popocatépetl, que le pone a uno la carne de gallina. Terminamos la travesía sin contratiempos, en la Laguna de Apatlaco, repleta de gente que, con la chela en la mano, nos cantaba al pasar: "... y somos exploradores..."