A pesar de algunos pequeños problemas con
los candados de la puerta del Club, salimos a tiempo y, sin parar en ‘Qué chula
es Puebla’ –no conmovieron a Carlos los sollozos de Marcelino, que necesitaba desesperadamente sus cuatro tortas de pierna para desayunar-, llegamos a La Joyita, donde
pudimos admirar el Popocatépetl y parte de la cara occidental de la Iztaccíhuatl, en todo
su esplendor y cubiertos de nieve.
Comenzamos la caminata alrededor de las 11:00
horas, un grupo de veintitantas personas.
Descendimos la Cañada de Alcalican hasta llegar a la roca ‘Boca del
Tiburón’, y después, remontamos la pendiente hasta el puerto que la separa con la de Milpulco. Por el camino pudimos ver, hacia el oriente, los tres portillos de la ruta de ascenso clásica hacia el refugio República de Chile. Una vez en el puerto, descendimos
entre zacatales, y nos detuvimos justo al borde de la planicie donde puede verse
el camino que baja por una cañada flanqueada por las enormes rocas llamadas
‘Los Centinelas’, y al fondo, parte del pueblo de Amecameca.
Regresamos a paso moderado por el mismo camino y llegamos al autobús realmente temprano. A pesar de todos los pronósticos, el clima fue excelente.
No podemos quejarnos, fue una excursión ESPECTACULAR.