lunes, 18 de mayo de 2015

Centinelas de Milpulco (17 de mayo de 2015)

A pesar de algunos pequeños problemas con los candados de la puerta del Club, salimos a tiempo y, sin parar en ‘Qué chula es Puebla’ –no conmovieron a Carlos los sollozos de Marcelino, que necesitaba desesperadamente sus cuatro tortas de pierna para desayunar-, llegamos a La Joyita, donde pudimos admirar el Popocatépetl y parte de la cara occidental de la Iztaccíhuatl, en todo su esplendor y cubiertos de nieve.


Comenzamos la caminata alrededor de las 11:00 horas, un grupo de veintitantas personas.  Descendimos la Cañada de Alcalican hasta llegar a la roca ‘Boca del Tiburón’, y después, remontamos la pendiente hasta el puerto que la separa con la de Milpulco.  Por el camino pudimos ver, hacia el oriente, los tres portillos de la ruta de ascenso clásica hacia el refugio República de Chile.  Una vez en el puerto, descendimos entre zacatales, y nos detuvimos justo al borde de la planicie donde puede verse el camino que baja por una cañada flanqueada por las enormes rocas llamadas ‘Los Centinelas’, y al fondo, parte del pueblo de Amecameca. 

En este ‘balcón’ comimos, rodeados por un paisaje maravilloso, con el macizo rocoso de Milpulco con sus hermosas cascadas y las rodillas y parte del pecho de la Iztaccíhuatl hacia el oriente, ocultos de tanto en tanto, por la neblina. Alguien dijo: “Estamos en el restaurante con mejor vista que haya visitado en mi vida”.  Tenía razón.

Regresamos a paso moderado por el mismo camino y llegamos al autobús realmente temprano.  A pesar de todos los pronósticos, el clima fue excelente. 

No podemos quejarnos, fue una excursión ESPECTACULAR.