miércoles, 4 de febrero de 2015

Sótano de las Golondrinas, S.L.P. (marzo de 2013)

A mediados de marzo, y luego de varios meses de práctica con el uso de bloqueadores de ascenso y descensores para rapell largo, nos enlistamos para una aventura que se antojaba imposible: bajar y subir, por nuestro propio esfuerzo, sin malacates eléctricos o de gasolina, al Sótano de las Golondrinas, uno de los abismos más espectaculares del mundo, localizado a tan sólo 16 Km de Aquismón, un pequeño pueblito en la huasteca Potosina, cercano a Ciudad Valles. Sergio Zambrano fue el guía y organizador, que, con paciencia infinita, nos adiestró en la técnica de descenso con ‘marimba’, de ascenso con ‘jumars’ y, lo más difícil, de cambio de dirección una vez que estás colgando en la cuerda (“por lo que pudiera pasar”).   
A pesar de todas las explicaciones geológicas sobre esta maravilla, es casi imposible imaginar las fuerzas naturales capaces de formar este imponente agujero, prácticamente invisible, a menos que estés situado a unos metros de la abertura exterior, que mide aproximadamente 60 metros y en el fondo, alrededor de 300; de tal forma que el sótano tiene forma de cono o embudo invertido.  La caída libre es casi de 400 metros (376 m) y produce vértigo tan sólo asomarse por la boca del sótano, del que puede verse el fondo sólo minutos después, cuando los ojos se acostumbran un poco a la oscuridad. La belleza del sitio aumenta por la enorme cantidad de aves (vencejos –no golondrinas- y cotorras ‘de cueva’ de color verde intenso), que salen y entran al sótano al amanecer y anochecer respectivamente con una gritería impresionante.
Debido a que el descenso y ascenso llevan varias horas, no fue posible hacerlo todos en un mismo día; así que nos dividimos.  La experiencia de bajar y subir de ese abismo, sólo con el esfuerzo de tus músculos es indescriptible, sobre todo cuando te encuentras en el fondo y miras la pared de casi 400 metros frente a ti, vertical, amenazante, imposible de escalar, y entonces piensas: ¿cómo demonios voy a salir de aquí?
El espectáculo es asombroso, apabullante, y ahí, uno no puede dejar de reconocer que los seres humanos somos criaturas insignificantes, comparados con los prodigios naturales que nos rodean, pero que rara vez vemos, aunque los tengamos frente a nuestra nariz. La aventura fue mayor para algunos de nosotros, pues tuvimos que ascender de noche.  La sensación de estar flotando en el vacío, colgado de una cuerda de poco más de un centímetro de diámetro, a cientos de metros sobre el piso, en completa oscuridad (no podíamos prender las linternas para no alterar a las aves que se refugian en las paredes) es fantástica, y un poco aterradora también. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario