viernes, 29 de enero de 2010

Iztaccíhuatl, por los refugios (28 y 29 de noviembre de 2009)

Llegamos a La Joya al ponerse el sol, justo a tiempo para montar el campamento. Decidí, más por flojera que por falta de equipo, pasar la noche en la parte trasera del camión y no me arrepentí: dormí como tabla hasta las 2 de la mañana, cuando nos despertamos y preparamos una mochila ligera para el ascenso, que hicimos en un solo tiempo, hasta la cumbre del pecho, que logramos diez personas. Como en ocasiones anteriores, el amanecer nos alcanzò un poco antes del refugio 'Repùblica de Chile' y nos permitiò admirar, a lo lejos, las siluetas de La Malinche y el Citlaltèpetl sobre el fondo rosa-anaranjado del cielo, en contraste perfecto con el brillante sol naciente. Había tan poca nieve, que no tuvimos necesidad de ponernos los crampones; así de desnevado estaba el panorama. Aunque el Iztaccíhuatl sigue siendo un lugar espectacular, tenemos que reconocer, con profunda tristeza, que ha perdido casi todos sus glaciares. La disminución de las nieves perennes de la cumbre puede comprobarse fácilmente, de un año a otro. Incluso, ahora, puede verse una laguna en ‘la panza’ (formada, por supuesto, por el derretimiento de los glaciares). Cuando escuchamos o leemos sobre ‘el calentamiento global’ y ‘el cambio climático’ lo percibimos como una historia de ciencia ficción, producto de la imaginación desbordada de un puñado de locos fatalistas y obsesionados con la ecología; o cuando mucho como un problema lejano, casi ajeno; pensamos en la Antártida y otros lugares exóticos… muy en el fondo, tratamos de convencernos que no es algo real… ascender el Iztaccíhuatl en estos días es un brusco recordatorio que el problema es presente y muy próximo. Es posible que seamos la última generación que pudo admirar los maravillosos glaciares de este volcán.

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