jueves, 25 de diciembre de 2008

Cruz del Marqués por el cráter del Ajusco (16 de noviembre de 2008)




Jamás me hubiera imaginado el cráter del Ajusco, que resultó un espacio abierto muy grande, con formaciones rocosas en forma de herradura que lo rodean (es más, ni siquiera había pensado que el Ajusco tuviera cráter).
En principio, se había planeado dividir al grupo. Parte subiría con Marcelino hasta el Pico de Anáhuac y aquellos que no desearan llegar a la cumbre, esperarían, a medio camino, con Gastón. Nomás por llevar la contraria a nuestros guías, subimos TODOS... hasta Fiona y el Negro (nuestros perros). En este lugar, por cierto, decidimos nombrar a Marcelino padrino oficial del Negro, pues ya se están tomando cariño.
Algo raro ocurrió durante el ascenso, pues más o menos a la mitad de la subida, unos 500 metros arriba de nosotros, escuchamos a alguien gritar "¡Gastóoooon!... ¡Gastóoooon!..." y pudimos distinguir a lo lejos una silueta, en el borde de unas rocas, pero nunca supimos quién fue... (¿acaso el alma en pena de algún montañista muerto, en una de tantas excursiones extraviadas por Gastón?)... misterio...
Al regresar de la cumbre, comimos en el borde de un desfiladero, con una vista fenomenal de la Ciudad de México y el Xitle a nuestros pies. El regreso fue sumamente lento, el grupo se separó por venir chacoteando y luego de juntarnos de nuevo, para no perder la costumbre, nos perdimos y estuvimos buscando un buen rato la vereda correcta, en la oscuridad. Finalmente llegamos al camión de noche y temblando de frío.




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