lunes, 22 de diciembre de 2008

El Carcol de Santa Mónica, Hidalgo (3 de agosto de 2008)


Excursión muy peculiar y completamente diferente a todas las anteriores por dos motivos: se hizo DE BAJADA (¡y vaya bajada!) y en un clima árido y sofocante. Por el camino a Atotonilco, llegamos al pueblo de Santa Mónica. Dicen las malas lenguas que, Gastón, como los marineros, rompe un corazón en cada puerto (en este caso sería en cada pueblo), pues tiene la envidiable habilidad de agenciarse fácilmente mujeres locales como guías (Marcelino afirma que, incluso, en los pueblos por donde pasa el club, y va Gastón, pueden verse, unos años después, niños que traen el pantalón a media nalga -debido a que la paternidad gastonesca no ha podido comprobarse categóricamente mediante una prueba de ADN, ésto debe considerarse, por el momento, como otro más de los "mitos" del Citla). Volviendo al relato, luego de conseguir la correspondiente guía asociada -acompañada por toda su parentela-, cruzamos el pueblo y seguimos una vereda hasta llegar al borde de la Cañada de los Venados, con una magnífica vista. De ahí iniciamos el descenso por un camino angosto, zigzagueante y muy empinado ("el Caracol"), entre nopales y otras cactáceas, sudando de a deveras mientras contemplamos, a lo lejos, el pueblo de Meztitlán. Luego de la bajada, hubo un connato de golpe de estado a Gastón, por parte de algunos excursionistas hambrientos que lo obligaron, a gritos y sombrerazos, a detenernos y comer, de a tiro, sentados en la vil tierra del camino. Terminamos esta calurosa y polvorienta excursión en el pueblo de San Pedro Tlatemalco, luego de ocho horas de caminata.

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